Hace 20 años: "Se nos fue Onetti" por Washington Daniel Gorosito Pérez

                 
(México D.F.) Washington Daniel Gorosito Pérez

Se gastaba el año 1994 y en uno de los múltiples viajes que realizábamos entre México DF e Irapuato en el estado de Guanajuato,  nuestro lugar de residencia, leo en voz alta la noticia que traía destacada el periódico La Jornada: “En España murió el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti”, segundos después escucho la vocecita de nuestra hija María Camila, con sus tres añitos a cuestas diciendo: “Se nos fue Onetti”.
Ese gigante de la literatura que viera el mundo muy sur del continente americano, en Montevideo el 1º de julio de 1909, se había dormido para siempre en Madrid el 30 de mayo de 1994, donde residía en su exilio  con Dorothea (Dolly)  Muhr su esposa; quien le regaló con motivo de ese aniversario a la agencia española EFE para la que Onetti escribió durante años artículos mensuales una serie de comentarios sobre el padre de Santa María.
Como lo veía: “Humanista, curioso, tierno a veces, mal educado y obsesionado por la vida humana y por el sufrimiento que pueden causar los hombres”. “vivía para escribir. Su obra necesita el esfuerzo del lector, sus temas son duros e intensos, pero yo veo que los lectores crecen, sobre todo los jóvenes. Aunque Juan en el fondo es un humanista, y eso no lo entiende mucha gente”.
“Él nos dejó un párrafo maravilloso sobre la desgracia que dice que la desgracia hay que dejarla que se desgaste sola. Creo que da lecciones de vivir y de aceptar las reglas del juego”.
Si tomamos según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que desgracia es un “suceso adverso o funesto”, recordemos que en 1967 perdería el  premio Rómulo Gallegos ante Mario Vargas Llosa, el jurado eligió la obra del peruano, La casa verde, sobre Juntacadáveres del uruguayo. En su momento Onetti, atribuyó el hecho a que ambas novelas trataban de burdeles, pero el de Vargas Llosa tenía orquesta.
El mismo Mario Vargas Llosa que posteriormente, en el 2010, recibiera el Premio Nobel de Literatura y que hace unos días fuera entrevistado en Lima- Perú por Gabriel Gargurevich dijo sobre el escritor oriental:
-¿Qué recuerda de Onetti?
-Ah creo que es uno de los grandes escritores de nuestra lengua. Uno de los grandes escritores modernos.
-¿Fue su amigo?
-Bueno, era difícil ser amigo de él… Sonríe como si recordara una travesura. Era tímido muy retraído, se aislaba inmediatamente detrás de ironías y sarcasmos. Pero cuando llegaba a atravesar ese exterior defensivo, era una persona muy tierna, muy débil, insegura. La vida breve me parece su obra maestra absoluta. Hombre, su mundo era más bien un mundo pesimista, negro… Quizá por eso nunca llegará a ser un escritor popular, pero creo que siempre será leído; es un escritor que creó un mundo propio, muy rico, muy original, con una espléndida prosa, con gran sutileza constructiva de historias. Creo que es un novelista que siempre tendrá lectores.
Aunque Onetti, le cuestionaba a su esposa lo contrario. “¿Quién va a leer a Onetti dentro de 20 años? ¿A quién le va a importar?, se preguntaba el autor que una vez explicó que cuando se ponía a escribir, “a  veces del tema más bonito, más simpático, más fantástico, siempre se le escapaba una veta de pesimismo. Como si me desmintiera a mí mismo. Como diciendo la vida no es así. Le sirve a un tipo que está dentro de mí”.
Y tenía en su historia de vida historias para cargar con ese pesimismo maldito; el 9 de febrero de 1974, Juan Carlos Onetti fue encarcelado por haber sido jurado del Premio Anual de Narrativa convocado por la revista Marcha, que premió el relato “El Guardaespaldas”, de Nelson Marra, posteriormente censurado por la dictadura. Onetti pasó parte de su detención en un psiquiátrico. Tres meses después fue liberado y en 1975 decide residir en Madrid invitado por el Instituto de Cultura Hispánica.
Cinco años después en 1980 recibiría el Premio Cervantes de Literatura, la distinción más importante que se otorga en las letras hispanoamericanas. En ese entonces las autoridades del gobierno militar uruguayo le ignoraron, a tal grado que quien ocupaba la cartera de Cultura, el Dr. Daniel Darracq, dijo desconocer la obra de Onetti, aunque sí había oído hablar de él.
Sus últimos años de vida los vivió en la cama: “el lugar desde dónde se puede hacer lo mejor”, como hacer el amor, leer, o beber, le decía a Dolly el escritor. Cuando los medios dan la noticia de su muerte en la capital española dicen: “Fallece en la ciudad en que pasó los últimos 19 años, cinco de ellos sin salir de su cama”. Este año el del 20º aniversario luctuoso del escritor ha sido proclamado en España como el “Año Onetti”.
Una vez más en su país natal, la República Oriental del Uruguay, el “inventor de la novela latinoamericana moderna” pasó desapercibido ya que el ahora gobierno progresista no tenía previsto ningún acto oficial por esta efeméride. El Director General de Cultura, Hugo Achugar, al ser consultado argumentó que “Uruguay tiene tantos y tan buenos artistas que no es posible conmemorar todos los aniversarios redondos, con cero”. “El Estado no puede hacerse cargo porque si no nos la pasaríamos de conmemoración en conmemoración”.
Vaya mi homenaje con este poema al padre de Santa María, el territorio imaginario, localizado en algún lugar del Río de la Plata a donde ambos pertenecemos y donde solía situar sus obras.


                                 SANTA MARÍA de ONETTI
                                                                        “Por eso fabriqué Santa María
                                                                         fruto de la nostalgia de mi ciudad”
                                                                                                Juan Carlos Onetti
Ficción dentro de la ficción.

Un sauce se arquea
para beber en el río de aguas café.

Santa María,
inmune al desgaste
de las horas y los elementos.

Santa María,
inventario del olvido
a lo largo de la costa.

Santa María,
intrincado mundo interior
cubierto de tinieblas
blanquicientas como espuma.

Santa María,
mirada fija y circular
el cuerpo ante un espejo
reflejando vergüenzas
e infamias olvidadas
que son gotas de vida.

Santa María,
el silencio sobrevive a las palabras
la muerte de la noche te hace dormir,
adiós al insomnio.

Santa María,
riachuelos de estrellas
caen sobre el astillero
y el “Dios Brausen”
desde su ventana ve difuminarse la ciudad.

(c) Washington Daniel Gorosito Pérez*

México D.F.

Washington Daniel Gorosito Pérez es Catedrático Universitario, Periodista, Conferencista,  Poeta, Ensayista e Investigador.

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